Ficha

Siendo joven, un hombre, el narrador, encontró que, de una fotografía que se hizo junto a un grupo de amigos, él había desaparecido. Pasada la sorpresa inicial, y ante la normalidad con la que los demás toman que sea otro quien aparezca en su lugar, la guarda entre las páginas de un libro de Kafka. Al cabo de los años y de algunas vicisitudes de la vida, mientras mira por la ventana a alguien que se acerca, volverá a buscar esa fotografía para saber quién fue, verdaderamente, retratado. Guste el lector de leer este libro como relatos o como capítulos de una novela que nos deje conocer más sobre la vida de ese hombre. La llegada del amor definitivo; el encuentro con el fantasma del padre; la narración detallada de la muerte de la madre; un gran amigo y compañero muerto, de quien encuentra en otros que lo conocieron que, de alguna manera, copian su estilo de vida; un viaje a Soria siguiendo los pasos de Antonio Machado y los 600 metros que el poeta hubo de recorrer en dos momentos luctuosos de su vida; el relato de un extrañísimo sueño, que se ve refrendado por la realidad; las creencias religiosas, aceptadas con morbosidad; el hijo que no ha podido tener; un episodio sexual escabroso en su niñez; una pregunta: si se hubiera subido una noche al piso de un guapo amigo, ¿quién sería ahora?; la política; los métodos de enseñanza sufridos en un colegio durante los últimos coletazos del franquismo; el fracaso en la literatura. El último de los relatos nos guarda una sorpresa final con la que el narrador –digámoslo, poco fiable– usará la ironía para poner en cuestión lo que hasta entonces hemos ido creyendo. Muertos, fantasmas, literatura, David Bowie y John Lennon van llenando los relatos –capítulos–, que han servido, a un narrador de tan escasa memoria como el que los escribe, para fijar literariamente algunos momentos de la vida que brillan con su propia intensidad.